1.
Entiende cómo funcionan los acrósticos.
La palabra elegida para la primera letra de cada verso,
determinará la longitud del acróstico. Recuerda que también puedes utilizar
múltiples palabras para tu tema si lo deseas. Esta es una forma fácil de
aumentar la longitud.
Los poemas acrósticos no tienen por qué rimar,
aunque puedes intentarlo.
2.
Lluvia de ideas para crear el contenido
Haz una
lista de características de la cosa acerca de la que quieres escribir. Por ejemplo: la personalidad de tu madre, su aspecto, tu recuerdo favorito
de ella, cómo suena su voz, a qué perfume huele, etc.
3.
Escribe la palabra clave en vertical.
Como cada línea debe
empezar con la letra de la palabra elegida, siempre debes comenzar escribiendo
esa palabra.
De este modo, puedes
visualizar el poema y empezar a anticipar cómo tus líneas van a cobrar sentido
en conjunto.
Normalmente, la primera letra de cada
línea va en mayúsculas, así es más fácil ver la palabra que queda deletreada
4. Desarrolla las líneas de tu poema.
Estarás tentado de empezar con la
primera línea, pero no tienes por qué.
¿Qué es lo más
interesante que se te ocurre y que empiece con unas de esas letras? Parte de por ahí, así ya sabes que tienes al menos una
línea que absolutamente te encanta!
Puedes escribir líneas que terminen en cada verso, es decir, que cada línea
termine con un signo de puntuación o suponga una ruptura gramatical lógica. También puedes escribir versos encabalgados,
es decir, que las líneas se rompan cuando necesites que lo hagan,
independientemente de la puntuación o la gramática
5. Enfócate en la imaginería sensorial.
La imaginería sensorial es el lenguaje que procede de
los cinco sentidos: la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato. Tu
lector será capaz de entender los conceptos abstractos mejor si imagina
detalles específicos utilizando su cuerpo.
Por
ejemplo, en lugar de decir que quieres a tu madre, puedes decir que amas cómo
huele cuando se perfuma para ponerse guapa
6. Intenta utilizar símiles y metáforas y un léxico creativo.
Lo que quieres evitar a toda costa son los
clichés.
Los clichés son expresiones que se han vuelto
tan comunes que todo el mundo las conoce. Entre estos ejemplos se incluye decir
que algo es “rojo como una rosa” o comparar las nubes con el algodón.
8. Revisa tu poema.
Una vez terminaste con
el borrador, léelo de nuevo para ti mismo y piensa en cómo puedes mejorarlo.
. Rodea
todas las palabras que crees podrían ser más interesantes. Busca sinónimos en
un diccionario para hacer que tu lenguaje germine.
No te
salgas del tema. Asegúrate de que cada verso del poema se encamina a decir algo
que tenga que ver con tu asunto.
9. Edita tu acróstico para revisar la gramática y la ortografía.
Asegúrate de que tu lector entienda tu poema,
límpialo de vocabulario y expresiones confusas y extrañas.
Esto siempre será lo último que hagas; ¡no
tiene sentido editar cuando aún no has terminado de corregir ya que aún no
terminaste de escribir el poema!
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